Benditas sean las amigas que permanecen cuando nuestros hijos llegan Que aceptan la disponibilidad tan pequeña de tiempo.
Que te llaman para un café aunque sepan que de hecho nadie tomará el café, corriendo detrás de pequeños.
Que escuchan nuestras infinitas quejas aunque no puedan entenderlos, sólo para dejar nuestra carga más ligera.
Benditas sean porque pocas son.
Ellas, que entienden que los encuentros serán marcados por la rígida regla ” tiene espacio kids?”.
Que perdonan los mensajes contestadas semanas después – o nunca contestados. Que encuentran el equilibrio perfecto entre respetar nuestros no, pero insistir por nuestros sí. Por sacar los adornos de cristal antes de que lleguemos a sus casas.
Por perdonar nuestras ausencias en fechas importantes.
Por venir a visitarnos “para hablar” aunque ambas sepamos que de hecho ninguna frase será dicha sin interrupción. A mis amigas que hoy van al cine a ver infantiles conmigo – porque esa es nuestra posibilidad de estar juntas. A mis amigas que se sientan en el espacio kids del centro comercial para hablar – porque ese es el lugar donde podemos tener más tiempo. A mis amigas que no tienen hijos, y aún así, entienden con tanto amor todo lo que los míos significan, y por eso siguen acogiendo mis faltas: gratitud.