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In memoriam de los padres que ya no están

In memoriam de los padres que ya no están. Sin lugar a dudas, uno de los momentos más duros de la vida como hijo, ya no es sólo la muerte de tus padres… es verles deteriorarse…
He visto esta reflexión y me ha encantado… me la aplico para mi misma, pero en especial para mi “tata” que sé que es un día muy chungo para ella hoy… Y para mi gran amiga en la distancia que sé que fijo se verá por desgracia muy reflejada en ello… os quiero chicas!
los padres que ya no están
“Hay una ruptura en la historia de la familia, donde las edades se acumulan y se superponen y el orden natural no tiene sentido: es cuando el hijo se convierte en el padre de sus padres.
Es cuando los padres se hacen mayores y comienzan a trotar como si estuviera dentro de la niebla. Lentos, lentos, imprecisos.
Es cuando uno de los padres que te tomó con fuerza de la mano cuando eras pequeño, ya no quiere estar solo. Es cuando el padre, una vez firme e insuperable, se debilita y toma aliento dos veces antes de levantarse de su lugar.
Es cuando los padres, que en otro tiempo habían mandado y ordenado, hoy solo suspiran, solo gimen, y buscan dónde está la puerta y la ventana – todo corredor ahora está lejos.
Es cuando uno de los padres antes dispuesto y trabajador fracasa en ponerse su propia ropa y no recuerda sus medicamentos.
Y nosotros, como hijos, no haremos otra cosa sino aceptar que somos responsables de esas vidas. Aquellas vidas que nos engendraron dependen de nuestra vida para morir en paz.
Todo hijo es el padre de la muerte de sus padres.
Tal vez la vejez del padre y de la madre es curiosamente el último embarazo. Nuestra última enseñanza. Una oportunidad para devolver los cuidados y el amor que nos han dado por décadas.
Y así como adaptamos nuestra casa para cuidar de nuestros bebés, bloqueando tomas de luz y poniendo corralitos, ahora vamos a cambiar la distribución de los muebles para nuestros padres.
Seremos los padres de nuestros padres los que ahora pondremos una barra en la regadera, para evitar que se caigan. Porque la ducha, simple y refrescante, ahora es una tempestad para los viejos pies de nuestros protectores. No podemos dejarlos ningún momento.
Envejecer es caminar sosteniéndose de los objetos, envejecer es incluso subir escaleras sin escalones.
Seremos extraños en nuestra propia casa.
FELIZ EL HIJO QUE ES EL PADRE DE SU PADRE ANTES DE SU MUERTE, Y POBRE DEL HIJO QUE APARECE SÓLO EN EL FUNERAL Y NO SE DESPIDE UN POCO CADA DÍA.
Lo que los padres quieren oír al final de sus vidas, es que sus hijos están ahí”.

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