En estas fechas, se han celebrado días muy especiales como el día del Cáncer infantil o el día de las Cardiopatías.
Por eso, me apetecía compartir con vosotros un bonito cuento que vi hace tiempo
Un calcetín roto
Érase una vez una niña que tenía un calcetín roto… Pero nadie lo sabía.
Ese calcetín roto no le molestaba al andar, ni le impedía saltar o jugar con las motos y los triciclos.
Pero, si corría mucho, el zapato le rozaba por el agujero del calcetín y podía hacerle una herida, por eso, había ciertos juegos a los que la niña no quería jugar y sus amiguitos del colegio no lo entendían… ¿Sabéis por qué?
Porque el agujero que tenía la niña en su calcetín no se veía. Sólo la niña sabía que ese agujero estaba ahí.
A veces, la niña se olvidaba de él. En realidad, cuando más le molestaba era al quitarse los zapatos… porque por ese agujero que tenía la niña en su calcetín entraba un poquito de frío. Y eso, si que es un problema, porque con los pies fríos no se puede andar bien, ni saltar, ni jugar con las motos…
Así que un día, su mamá y su papá pensaron que sería mejor hacer un remiendo en el calcetín, así la niña estaría más tranquila, y ellos también.
Para hacer ese remiendo tan especial en el calcetín de la niña, tuvieron que irse un poquito lejos de donde ellos vivían. Pues los médicos que arreglan agujeros de calcetines son difíciles de encontrar, pero los hay. Y cosen calcetines todos los días a niños y niñas que lo necesitan, y les ponen unas tiritas muy especiales.
Sin el agujero, ya no se notaba el frío. Pero la costura que tenía el calcetín también le rozaba, así que la niña seguía sin jugar a ciertos juegos y sus amiguitos seguían sin saber por qué…
Al final, la niña después de que la preguntaran tantas y tantas veces, decidió contarles la verdad: “yo no puedo correr tanto como vosotros, porque tengo un poquito roto el corazón. Mi corazón tiene tiritas”
Mi más sincero homenaje a todos esos pequeños luchadores y a sus familias.