He repetido…

Una reflexión que creo es importante…

“-Mami, hay una niña en una extraescolar que ha repetido primero de Primaria.

-¿Y?

-¡Que ha repetido primero de Primaria!

-Te he oído. ¿Y qué pasa?

-Pues…que es muy fuerte repetir primero.

-Tu hermano repitió cuarto de Primaria. ¿Y cuál es el problema?

-¡Pero cuarto es cuarto! Pero primero de Primaria… ¡Es que nos da la risa en clase!

-¿Y vosotros sabéis si esa niña estuvo enferma todo un año? ¿O si su mamá o su papá estuvieron muy enfermos, o tuvieron problemas y no la pudieron ayudar? ¿O si tiene un cerebro diferente como el de tu hermano, y le cuesta más aprender?

-Bueno…

-Que alguien se ría de un niño porque repite me parece mal. Pero que te rías tú, que lo has vivido con tu hermano en casa, me parece peor. ¿No hemos dicho mil veces que repetir no es un castigo, ni una señal de que nadie sea ni más listo ni más tonto, sino que es una ayuda más para que un niño aprenda mejor en clase? ¿Como ponerle gafas si no ve la pizarra?

-Vaaaale…

-Tontos y limitados sois los que os reís del que repite, en vez de felicitarle por su valor…Porque hay que ser muy valiente para enfrentarse el primer día a una clase llena de compañeros nuevos …A ti te querría ver yo…

-Que vaaaale!

Días después, al finalizar mi hijo un entrenamiento, uno de sus nuevos compañeros (perdió todo un año por la lesión de la pierna) le preguntó:

-¿Y tú por qué has repetido?

Su abuela enseguida terció en la conversación:

-¡Hijo, esas cosas no se preguntan! ¡Le puedes hacer sentirse mal!
.

Aquello me trajo a la memoria las reacciones de mis padres ante mis propios fracasos académicos:

-No digas que has suspendido cuatro, di que sólo suspendiste una… No digas que vas a clases de refuerzo, nadie tiene por qué saberlo…No digas que tienes que repetir, di que renunciaste a esa plaza…

Aquí está el problema. En los adultos, que sin darnos cuenta, aunque no queramos, aunque nuestra intención sea buena, seguimos transmitiendo a los niños EMOCIONES NEGATIVAS ligadas al concepto de “repetir”.

Directamente lo señalamos como algo negativo (“el pobre no está al nivel, qué pena, qué faena”…); o tratamos de evitar el tema delante de un niño repetidor (“no le preguntes eso, puede sentarle mal, puede darle vergüenza”…)

Seguramente, sin darnos cuenta, también desde mi entorno.

Y los niños transmiten lo que captan, y la emoción que asocian a lo que captan. Mi hija, o lo captó de adultos cercanos, o lo asimiló de otros niños que a su vez lo captaron de sus adultos de referencia. Y así lo transmitió.

Y esas emociones negativas hacen muchísimo más daño al niño repetidor que el hecho en sí de repetir curso.

Menos mal que mi hijo tiene una autoestima a prueba de bomba, y contestó:

-Porque al repetir me es más fácil estudiar y saco mejores notas. Y encima ahora tengo más amigos.

Esa es la idea. Repetir es una ayuda. Una herramienta más para que nuestros hijos lleguen en sus estudios lo más lejos que puedan llegar sin sentirse continuamente más lentos, más torpes, más tontos que sus compañeros. Si arrastran esa sensación cada curso, año tras año, no es de extrañar que terminen abandonando los estudios.

Cada persona tiene su ritmo. Y el colegio y los padres deberíamos descubrirlo y respetarlo, dando las ayudas que cada niño precise en cada caso. Y repetir es una de esas ayudas. Ni es un drama, ni un castigo, ni un estigma, ni una vergüenza.

Nadie dice que todos tengamos que hacerlo todo bien a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Lo que importa es que lleguemos lo más lejos posible disfrutando el camino lo más posible. Aunque tardemos más que los demás.

Firmado: alguien que “tripitió” (repitió 2 veces) en un punto determinado de su formación… y llegó de todas formas. Y sobre todo llegó a ser feliz.”

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