Buenas noches! Mañana es el Día de la Madre, un día muy especial para muchas mujeres… para las que son madres, para las que están a punto de serlo… pero también para todas aquellas mujeres que sueñan y luchan por ser madres.
Hoy tengo el honor de compartir este texto de mi amiga Una madre legal… mil gracias, comparto una a una tus palabras… sé muy bien lo que significa eso.
EL DÍA DE LA MADRE PARA UN PACIENTE DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Como cada primer domingo de mayo, mañana muchas mujeres disfrutaremos del Día de la Madre. Somos incapaces de no esperar esta fecha con una ilusión especial, aunque sabemos que en realidad es otra excusa perfecta para dar rienda suelta a los impulsos consumistas.
Seguro que la última manualidad que vuestro pequeño ha hecho en la guardería ya ocupa un lugar destacado en la casa. Y quizás tengáis planes especiales para pasar el día con ellos (si sois de Valladolid, no os habrán faltado ideas). Mi hija aún es muy pequeña como para traerme un regalo. Y está en medio de una gastroenteritis, por lo que los planes tendrán que esperar. Pero seguirá siendo un día muy especial, sobre todo porque podré compararlo con otro no tan lejano.
Hace dos años estaba embarazada, aunque aún no lo sabía. Pocos días antes había tenido lugar mi segunda transferencia embrionaria, pero mis esperanzas de que fuera la definitiva eran mínimas. Habían pasado más de 11 meses desde que visitara por primera vez una clínica de fertilidad persiguiendo mi objetivo de ser madre soltera. En ese tiempo me había sometido a cinco tratamientos de reproducción asistida y había sufrido un aborto. Cualquier referencia al día de la madre suponía un recordatorio de lo que yo quería y no conseguía ser. Pero pocos parecían reparar en ello, y a casi nadie le importaba.
Aquel día de la madre de 2016 tuve que ir a una comunión y sentarme justo enfrente de una embarazada. Si mi primer embarazo hubiera acabado bien, nuestros hijos habrían nacido con apenas una semana de diferencia. Cualquier mujer que tenga dificultades para ser madre entenderá lo doloroso que es una situación como esa. Pero es aún peor cuando, por un motivo u otro, te sientes presionada a actuar como si no ocurriera nada. O percibes que tu tristeza debe ser ocultada…
A veces, como me ocurrió a mí, esa presión no se materializa en nada concreto. Pero en algunas ocasiones quien la sufre tiene la mala suerte de encontrar en su camino a alguien carente de empatía y decoro. Una buena amiga infértil que había sufrido varios abortos fue corregida al decir que se sentía mal por haber perdido a sus bebés. La persona que la corrigió, especialmente cruel a mi juicio, no solo ignoró los sentimientos de mi amiga, sino que le recordó que ella no era madre ni tenía bebés a los que llorar.
Por desgracia, aún vivimos en una sociedad en la que la infertilidad se percibe como un tabú. Y eso hace que quienes la sufren se recluyan en sí mismos. Por ello, las que como yo tenéis la suerte de ser madres, perdonad que no me dirija especialmente a vosotras (aunque os deseo un día fantástico). Prefiero dedicar las últimas palabras del post a todas aquellas mujeres que mañana sentirán un pellizco en el corazón cada vez que escuchen una felicitación dirigida a otra persona.
A todas vosotras, os animo a seguir luchando por lo que deseáis. Y espero que disfrutéis del día como lo haría cualquier madre. Porque no es solo la celebración de aquellas que tienen un hijo al que abrazar. También lo es de las que tuvieron que despedirse de él demasiado pronto, de las que ni siquiera llegaron a conocerle, de las que tan solo sueñan con su existencia, etc. Es el día de todas las mujeres que se sienten madres.
Así que felicidades a todas… por ser unas valientes.